Un libro es uno de los mejores regalos que puedes hacerle a alguien. Recuerdo que a mí siempre me regalaban libros, y que disfrutaba como la cría que era, devorándolos antes de ir a la cama, mientras mis padres dormían la siesta (cosa que yo aborrecía sobremanera). Nunca me quejé ni pedí que me regalaran otra cosa (exceptuando mi etapa loca-adolescente, que pedía ropa y demás cosas de la época). Muchos de esos libros todavía los guardo con cariño en el recuerdo. La clave para que ese libro regalado sea inolvidable es, como siempre, acertar.

Por eso, en este blog recopilaré breves críticas de los libros que caigan en mis manos, esperando que alguno de ellos sea el libro perfecto para regalarle a Clara.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Sueño de una noche de Verano



Título: “El sueño de una noche de verano”
Autor: William Shakespeare

Nº de páginas (según mi edición): 52

Tiempo aproximado de lectura: Perfectamente en una tarde.


Análisis:
“Si el amor no es locura, no es amor”

El sueño de una noche de verano
William Shakespeare

El sueño de una noche de verano es una obra de teatro cómica-romántica escrita en cinco actos por William Shakespeare, el genio de las letras inglés.
Esta obra nos presenta la historia de cuatro confundidos amantes, donde al principio ninguno ama al que debería amar. Hermia y Lisandro, jóvenes y lozanos, se aman, pero no cuentan con el apoyo del padre de ésta, que prefiere claramente a Demócrito, “enamorado” no correspondido de la bella Hermia. Y a Demócrito le pretende de una manera casi obsesiva, o veámoslo como “leal”, Helena, pero sin reciprocidad ninguna. A estos personajes se les unen otras parejas más o menos igual de felices, o quizá un poco más afortunadas. Por un lado, Teseo, rey, y su futura esposa, Hipólita. Y por el otro, Oberón, rey de las hadas, y Titania, reina. Es gracias a estos personajes fantásticos, y en especial al sirviente de Oberón, el duende Puck (o Robin según las traducciones) que la magia entra en la obra, dándole una frescura que sin ella, podría haber desembocado en una simple historia de corazones rotos. Pero Shakespeare, con la magia y los erróneos, crea una obra deliciosa y divertida, el precedente a todas las comedias “de situación” que luego hemos podido ver tanto en la televisión como en el cine.
El caos que Puck crea gracias al jugo de una flor, que enamora del primero que ve a la persona que es untada con él, es un caos alegre. Además, hemos de tener en cuenta el ambiente en el que la obra se desarrolla. Como el título indica, es verano. No primavera, que aludirías simbólicamente más al nacimiento del amor, sino en verano, donde la cosecha ya está madura y el calor de las noches provoca una alegría a veces desenfrenada. Un ambiente perfecto para ese caos alegre al que hacía referencia.
Las parejas, a pesar de enfadarse unas con otras, y enamorarse desesperadamente de “la que no es”, tienen unos diálogos que al apartado lector hacen sonreír. En esta obra, Shakespeare muestra otra forma de amor, como dijo William Ospina en  su ensayo Un muchacho más viejo que Saturno: “En cada una de sus obras asistimos al retrato de un amor diferente. En Romeo y Julieta es la impaciencia de unos adolescentes apasionados. En Otelo, la zozobra y fragilidad de alguien que se cree íntimamente indigno del amor que recibe. En Antonio y Cleopatra, la fiebre de una pasión incontrolable, más poderosa que el deber y la gloria. En El mercader de Venecia, una amena sucesión de guiños y de travesuras. En Hamlet, el continuo y destructivo desencuentro entre una joven abnegada y un muchacho resentido. En Macbeth, una sociedad criminal”. Así los clasifica Ospina, dejándose El sueño de una noche de verano. En mi opinión, podríamos decir que es esta obra, el amor es un caos alegre, que al principio parece llevar a la locura, pero que finalmente se logra encauzar y dará frutos. Eso por parte de los muchachos, en el caso de Oberón y Titania es imposible no establecer paralelismos con la relación que tenían el Zeus y la Hera griegos, o El Júpiter y Juno romanos. Es un amor de años de matrimonio, que parece haberse estropeado por supuestas infidelidades y por el distanciamiento de los implicados, pero que, en el fondo, siguen queriéndose, y que renacerá tras diversos avatares. Así es, distintas formas de ver el amor, tema en el que William Shakespeare es un gran maestro a la hora de representar. Después de todo, sus obras siguen fascinando a propios y ajenos del teatro, y serán muy pocos o viven voluntariamente aislados del mundo quienes nunca siquiera hayan oído nombrarlo. Sus obras siguen siendo actuales, pues el amor es un problema y “un dulce” que proseguirá a través de todas las generaciones del hombre.



Si a su Clara le gusta el amor, o la comedia; si le gustan los clásicos... Bah, olvídenlo. Sea como sea su Clara, disfrutará de esta historia.


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